Todo cambia el día en que un desgraciado accidente golpea a la familia. Desde entonces, una locura callada se infiltra en la mente de Ana, y de Daniel, testigo atento de tanto dolor callado, crece hasta convertirse en un adulto más acostumbrado al recuerdo que a la acción.
En ese mundo donde los sentimientos se guardan en sobres cerrados, de repente surge la posibilidad de una vía de escape:un viaje a Madrid, que Ana piensa aprovechar para rebelarse contra el destino que le ha tocado en suerte. El testimonio de este gesto está en una carta destinada al hijo, unas palabras que quizá sería mejor no leer y que finalmente quedarán en la mente de Daniel como el símbolo del pacto que nos une a la vida:nadie vive como debe y como quiere, sino como puede... El resto está a cargo de nuestra imaginación.
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