En estas páginas se intentan disipar algunas de las dudas relacionadas con el "enigma" del Escorial. En realidad, Felipe II nunca tuvo la intención de pregonar sus victorias militares, construir un panteón para su familia, alzar un monumento en honor de su poder, proclamar los triunfos de la fe, imitar el templo de Jerusalén o encerrarse prisionero en una celda lúgubre, como un anacoreta.
Esta obra no pretende ser un perfil artístico del Escorial, ni tampoco una guía turistica de sus salas y pasillos, sino un estudio sobre el vínculoque unió al edificio, su creador y la época en la que coexistieron.
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