Narración a dos voces en la que, como en una fotografía y en un grabado, se observa la misma figura bajo dos formas distintas, este libro invoca en su primera frecuencia la corriente visual que configura una vida, desde la turbadora aparición de la pintura rupestre hasta las vanguardias y la defunción del arte. La literatura, la naturaleza del lenguaje, el enigma de la gran poesía, y la aventura novelística del siglo XX componen, a modo de contrapunto, el paisaje verbal comentado por la segunda voz.
Entre la meditación, el relato y la elegía, Félix de Azúa ha escrito una obra capital, el destilado de su admirable trayectoria como narrador y ensayista, una pieza de cámara ágil y tensa, llena de fulgurantes iluminaciones en las que muchos lectores podrán a su vez averiguarse, en su condición de hijos de una era que empieza a anochecer.
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